26 de septiembre de 2011

Staunton

Para muchos, el nombre Staunton puede decir poco o nada, pero para los aficionados al ajedrez, Staunton es sinónimo de Pelé o Maradona en fútbol, o del Papa para los católicos. No hay palabra mejor que defina la excelencia y calidad de los elementos esenciales para el juego ciencia: los trebejos, también llamados piezas.

Quienes confesamos sin rubor que el ajedrez forma parte de nuestras vidas, y lamentamos que no sea materia obligatoria en los colegios, nos quedamos embelesados al ver expuesto en algún escaparate un juego de ajedrez Staunton, y ni que decir si se trata de uno original, cuyo precio de venta ronda los 10.000 dólares.




Cuando años atrás, concurríamos a un determinado club de ajedrez, hubo veces que cancelábamos algún compromiso porque sabíamos que ese día, uno de los aficionados habitués iba a llevar su Staunton original, algo que rara vez solía darse, por temor a un posible extravío o sustracción.

¿Qué es lo que diferencia a un trebejo Staunton del resto? Primero su diseño, único y diferente, un placer para la vista. Y también el peso ideal de las piezas, producto de las maderas con que fueron hechas, ébano y boj, cada una con su color natural, es decir que no se pintan. Mover esas piezas sobre el tablero da una sensación difícil de explicar y difícil de entender para los que no son fanáticos del ajedrez.





Como aquellas cosas que son inmunes al paso del tiempo, el modelo Staunton mantiene su exclusividad desde el año 1849 y es el utilizado en todos los torneos oficiales. Los países asiáticos se encargaron de masificarlo al producir juegos de plástico, maderas pintadas y otros materiales, pero ello solo han logrado publicitar el diseño y alimentar el sueño de poseer un juego original.



No es tan sencillo hacerse con uno porque el único autorizado a fabricarlo y venderlo es la casa Jaques London, con su firma autentificada en cada caja. La tradición se mantiene desde que a mediados del siglo pasado, John Jaques y Nathaniel Cook diseñaron los famosos trebejos y le pidieron al campeón británico de ajedrez Howard Staunton, que lo promocionara.


A principios del siglo 19 alguien decidió que era necesario crear una especie de modelo de pieza universal que pudieran ser facilmente reconocibles por todos los jugadores. La solución llegó entonces en 1849 de manos de la casa de venta de juegos de mesa, Jaques.


Se dice que para el diseño de los trebejos, Cook se basó en conceptos de arquitectura, familiares a los círculos de la alta sociedad londinense de su época, influenciada por las culturas griega y romana. Las piezas reflejaban así ese tiempo victoriano: una elegante mitra para la cabeza del alfil, una corona fina para la dama y otra imponente para el rey, amén de la cabeza de un corcel, tallada finamente en madera, y de una torre que revela seguridad y fuerza. La forma de los peones parece ser derivada de los balcones de la arquitectura victoriana. Sin embargo, esta teoría no es la única.



Sea como sea, el diseño Staunton ha resistido el paso el tiempo y todo indica que así continuará. Es la sobriedad frente a los miles de modelos creados en todo el mundo, que utilizan a las más diversas figuras para representar a las piezas, y que van desde guerreros romanos y egipcios, pasando por elementos de la época medieval, y de todos los períodos históricos de la humanidad.


Son todos vistosos y lucen como adorno en alguna repisa, pero para la práctica del ajedrez, el Staunton, cuyos juegos de ébano y boj se lastraban con plomo, es insuperable.


En 1934, la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) lo seleccionó para ser utilizado en todas las competiciones oficiales.



- José Trepat



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